La posibilidad de gestionar el tiempo para poder desarrollar todas las actividades que constituyen una vida plena preocupa a gran parte de las personas trabajadoras, voluntarias y miembros de junta, especialmente a las mujeres de los equipos técnicos, de las entidades sociales y entidades de justicia global. Se ha observado que, si bien mayoritariamente las entidades facilitan mecanismos de conciliación de la vida laboral con la personal y familiar —sobre todo la posibilidad de flexibilizar el horario y la recuperación de horas extras—, estas no siempre generan el bienestar esperado.

En este sentido, han aparecido dos conflictos relevantes. En primer lugar, el generado por los horarios de las reuniones, las formaciones o los actos de la entidad. La necesidad de hacer compatibles los horarios de los miembros de la junta, el voluntariado y el equipo técnico implica hacer algunas reuniones fuera del horario laboral de estos últimos. En segundo lugar, se ha evidenciado que el volumen de trabajo asumido por el personal técnico, en conjunción con la rigidez de los plazos y los tiempos de la administración, implican no poder terminar las tareas en la jornada laboral estipulada y tener que hacer muchas horas extras.

A partir de estos datos se observa, pues, que todavía queda mucho trabajo por hacer.